sábado, 10 de marzo de 2012

maquina del tiempo 3

Tras la muerte de su abuela, Paula acogió a Manuel como si fuera hijo de su sangre.Sentía que se lo debía a Teresa.

Lo llevó a viviri con ella a la casa de sus padres. Una casa, de piedra, que daba a la Plaza, protegida en su parte de atrás con la de los Salgueiros, compartiendo una pared mediana que denotaba una herencia común con esta familia. La casa miraba al naciente, con dos cuadras en su parte baja. La más grande era el dormitorio de las vacas, a la que se accedia por un portalón de doble puerta de madera ennegrecida, incrustada en un hueco adornada con un arco de porte románico. A su izquierda una puerta cuadrada daba paso al lugar donde se criaban los cerdos. Desde el borde es esta puerta, pegada a la pared,  partía una escalera sin baranda, que tras cuatro escalones de piedra, se introducía en la casa, con otros cinco escalones de madera del mismo tono y color de las puertas.

En su parte alta, tras la puerta de entrada, un pasillo estrecho a cuya derecha aparecía la primera estancia, la más sagrada de la casa. La habitación de los padres de Paula con una ventana al fondo que daba a la parte frontal. Casi enfrente de la puerta de esta habitación, al otro lado del pasillo, se accedía a la cocina, a través de un pequello escalón. La cocina, pequeña y  cuadrada, toda ella ennegrecida por el humo de un hogar, sin adornos de ningún tipo, que tenía en su parte alta un humero del que colgaba una cadena de hierro fundido. En esta cadena, suspendido sobre la llama, siempre tenía la madre de Paula un pote cuyo continuo cocer era la única música que se oía en toda la casa. Desde una pequeña banqueta la madre de Paula, con una cuchara grande de madera, podría dar vueltas al  caldo con unto que solía ser el alimento diario de la familia. Abandonando  la cocina  a su izquierada se abría la puerta de lo que hacía las veces de comedor y habitación de Paula. Una mesa grande de madera con un escaño estrecho y sin respaldo a cada lado, junto con la cama de Paula, eran los únicos muebles que adornaban la estancia,  iluminados por la otra ventana de las dos que había en  la casa. Al fondo del comedor , en un pequeño cuarto sin ventana, donde apenas cabía una pequeña cama,  se ubicó Manuel. Saliendo del comedor a la izquierda, por el pasillo, daba a un corredor de madera abalconado, desde el que dominabas la carretera que ascendía después hasta la Iglesia.

Esa habitación oscura, sin ventanas, conformó con la balconada de madera el espacio vital por el que se movió Manuel en aquellos años y fue  la atalaya en la que fabricó todos sus sueños.      

viernes, 9 de marzo de 2012

Cultura del esfuerzo

Hoy ha aparecido en los distintos medios un apologeta del esfuerzo Juan Roig  y entre las frases soporte de su apología vislumbra las soluciones a la crisis "..cada vez hay más bazares chinos porque hacen la cultura del esfuerzo que nosotros no hacemos..".

Hombre! está bien eso de tener un montón de gente sirviendo en tiendas de Mercadona, bajo la filosofía de la tienda china, basada en una "cultura del esfuerzo" sustentado en horarios ininterrumpidos de atención al público, bajos niveles salariales y, en muchos casos, sin reconocimiento sociales de ningún tipo.

La cultura del esfuerzo que se percibe en los bazares chinos es muy cercana a esa. Filosofía del trabajo que recuerda la era preindustrial en la que había que estar más de 18 horas en un tajo nada agradecido, desde edades muy tempranas y con salarios miserables para lograr llevarse a la boca un poco de sopa con unto y mendrugos de pan.

Hubiera preferido que un tipo que admiro por lo que hace y lo que ha hecho, hubiera señalado la necesidad que tenemos de mejorar la cultura a secas, no solo la del esfuerzo entendido en términos de sobre explotación. Fomentar la lectura, mejorar la educación, conseguir una mayor integración social, apostar por la inversión y el desarrollo y la innovación. Todo ello generando un espíritu de austeridad bien entendida.

Estoy mucho más  de acuerdo con lo que ha señalado Gabilondo en una reflexión que viene al cuento de las manifestaciones del amo de Mercadona.

Es cierto que en los últimos años hemos vivido una época en la que individuos que se dedicaban a la al martillo y al clavo  o a la  paleta y a la pala   pasaron, sin apenas esfuerzo, a representar lo más granado del empresariado español. En el mismo período hay figuras representativas de otro tipo de esfuerzo, creadores de valor y excelentes profesionales en su ramo. Tenemos muchos y buenos empresarios. El reduccionismo negativista al que muchos nos están embarcando me resulta cansino. Reniego de tanto gurú, tanto vocero de la crisis, tanto salvavidad que acierta con plenitud lo que ha pasado y falla estrepitosamente en el porvenir.

El éxito no solo es fruto del esfuerzo. Conozco a muchos y buenos profesionales que se han quedado en el camino pese a su constante inmersión en el esfuerzo por mejorar no solo sus capacidades sino también las de su entorno. Estos son el ejemplo. Pero muchos de estos se han quedado en el camino por diversas y azarosas circustancias. Su esfuerzo ha quedado ahí pero no se ve.


Taleb en su magnífico Cisne Negro   reflexiona sobre el asunto, poniendo el ejemplo de las vivencias de Casanova y su afortunada y azarosa vida. " ...de todos los pintorescos aventureros que han vivido en nuestro planeta, muchos fueron aplastados en algún que otro momento, y unos pocos se recuperaron una y otra vez. Aquellos que sobreviven tenderán a pensar que son indestructibles... Pero si abundan los aventureros que se sienten escogidos por el destino, es porque hay muchísimos aventureros, y porque no nos enteramos de la historia de aquellos  quienes la suerte les fue adversa..."


Pese a ello sigo pensando que Juan Roig es un excelente empresario. De ello  no me cabe duda. Pero no es el único que se esfuerza por mejorar las cosas. En este país hay muchos más que se esfuerzan que los que predican y practican el puro y duro derroche. Casi ninguno cuenta con la ventura como compañera de vida. Pero caen y se levantan continuamente para luchar cada día por mejorar las cosas.

Y es hora de que lo digamos en alto, nos dejemos de zarandajas reduccionistas  y sigamos trabajando.

domingo, 4 de marzo de 2012

Mi alrededor

Hoy he leído un magnífico post de El Perdíu cuya lectura siempre recomiendo, por profundidad y por maestría.

Me ha hecho pensar sobre algunos momentos en los que uno se encuentra bajo de moral y necesita de sí mismo. De nadie más. Aún siendo...casas habitadas por un inquilino del que no sabemos nada, como hoy nos ha recordado Manu que escribe un grande, Mouawad. Necesito conocer algo al inquilino que habíta en esta casa.


Hoy me he vuelto a cabrear con cosas como las del yernísimo, porque ya no hay yernos en plural, hay solo uno singular, vamos, singularísimo. Aprovecharse de la sociedad es cruel por muchos motivos. Porque te escondes en la inmunidad de lo colectivo, no estafas a nadie, estafas a todos. Parece que, desde esta forma, al no tener identificado una víctima tu gesto es admisibe, más impune. No lo es, sí es más obsceno, más inmoral, más indecente y precisamente por esconderse en el bosque de la sociedad, más reprobable. Ampararse, además, en una meritocracia basada en ligarse a una princesa sin derechos dinásticos a futuro, aprovechando el rollete de conocidos y demás que siempre quieren arrimarse a la foto real, tiene además un puntito de miserable. Porque el tipo no se está, presuntamente, aprovechando de su mayor capacidad de embuste y de engaño. No señor. El amigo aprovecha las relaciones surgidas de esa sociedad oscura, inaccesible, absolutament intemporal y absurda, para lograr conseguir dineros públicos y hacerlos privados en sus bolsillos.  Eso sí, con los pantalones puestos a secar en países señalados por ser feudos del dinero betún.


Lo peor del caso es que el suegro, conocedor de los desvaríos de su progenie política, tan solo hace un pequeño gesto de punto y aparte. Punto porque no hace nada y aparte porque le busca acomodo allende los mares, en una especie de exilio dorado.

No me gustan las monarquís por muchas razones. Entre otras porque no son justas, son instituciones irracionales, sin sentido y sin valor.

Me viene bien este blog para atreverme a decir ciertas cosas,  porque relflexionando sobre lo que nos ha recordado Manuel que ha escrito  Mouawad yo soy como ....el inquilino que vive allí, en la casa que somos, experimenta un profundo temor antes la idea de abandonar la habitación en la que se guarece: mundo doméstico con una calefacción agradable, salita protegida del dolor, pequeño interior tranquilizante.

Y añado, de vez en cuando me miran unos ojos soñadores que me abren el alma.


p.d. Lo leí en algun sitio  "No cabe duda que la gente tiene que estar loca o extrañamente obcecada para cifrar la principal esperanza de su fidelidad o seguridad común en una sola persona, la cual, en el caso de que sea buena, no puede hacer más que otro hombre, y si es mala tiene poder para hacer más daño que millones de otros hombres."